George Orson Wells fue un actor, director, guionista y productor estadounidense. Junto con el guionista Herman J. Mankiewicz escribieron una historia basada en la vida de William Randolph Hearst, magnate de prensa, propietario de dos importantes periódicos. Como resultado, nació el film que lo ubicó en el pabellón de la fama, que marcó un hito en la historia del cine, y que hoy es considerada una de las mejores películas que Hollywood haya hecho: El Ciudadano.

La primera escena muestra a Charles Foster Kane agonizando en su mansión de Xanadu. En su último respiro, el magnate logra susurrar una sola palabra, a la que nadie logra encontrar un significado: “Rosebud”.
Con motivo de su muerte, se transmite un informe periodístico que recapitula la vida de este empresario del periodismo, dueño de una cadena de periódicos, una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte. Sin embargo, los productores del noticiero no creen haber llegado al fondo de la cuestión, y buscarán ahondar más allá de la vida pública de este “gran norteamericano”. El encargado de llevar esta tarea a cabo será el periodista Thompson, quien tratará de averiguar el significado de la última palabra que pronuncia (Rosebud) y de indagar quién era en realidad Kane.
Durante muchos años se ocultó mucho de lo que este magnate era, pero a partir de esta investigación, Thompson pondrá un poco de luz sobre la personalidad de nuestro protagonista. Como piezas de un rompecabezas, todos ayudan a responder la pregunta que el espectador se hace durante el desarrollo de la película: ¿cuál es la verdad sobre Charles Foster Kane? Ya lo dice Wells en el trailer del film: “Kane es un héroe, un sinvergüenza, un buen ciudadano y un perro sucio. Todo depende de a quién se le pregunte”.
Así, la historia vuelve a ser contada a través de los testimonios de las personas más allegadas al magnate. Construido sobre flashbacks, ellos nos van dando a conocer una visión diferente del protagonista. Las entrevistas están ubicadas de manera estratégica en la que no entorpecen el orden cronológico de la historia ni el desarrollo del personaje. Desde su experiencia, el resto de los personajes relatan anécdotas y explican qué tipo de relación mantenían con Kane.

La primera entrevistada es Susan Alexander, la segunda esposa de Kane, quien entre sollozos se niega a hablar de su marido. Frstrado, Thompson decide recurrir a otras fuentes, y es así como consigue acceder a los diarios personales del señor Thatcher, el viejo tutor del empresario. Estos narran cómo la madre de Kane lo entregó a un millonario minero para que lo críe, el origen de su fortuna, su educación y sus comienzos en la actividad periodística.
Luego es el turno de Bernstein, la mano derecha de Kane. Él relata sus primeros pasos en el diario “The Inquirier”, y cómo fue consolidando su imperio periodístico. Al mismo tiempo, cuenta la boda con su primera esposa, la sobrina del presidente Ford, Emily. Leland, su viejo amigo de la universidad, y más tarde crítico teatral en “The Inquirier”, es el encargado de narrar la crisis del primer matrimonio, la frustada carrera política, su amorío con una cantante desconocida, y la segunda boda.
Susan Alexander rompe el silencio y, en un segundo intento, relata la vida de casada, su iniciación en la ópera, el fracaso, el intento de suicidio, la construcción y reclusión en Xanadu y, como desenlace, la separación. Antes de despedirse, Susan le sugiere a Thompson que hable con el mayordomo de la mansión, Raymond. El periodista sigue su consejo y decide viajar a Xanadu.
Una vez allí, Raymond y Thompson mantienen una breve conversación. El mayordomo recuerda haber escuchado mencionar “Rosebud” a Kane en una ocación anterior: el día en que Susan decidió abandonarlo.
La última escena de la película es clave. Sin esperanzas de encontrar lo que estaba buscando, Thompson se despide del resto del personal de la mansión. En ese momento, a modo de conclusión, tiene desarrollo el siguiente diálogo:
Personal: - ¿Ha averiguado algo?
Thompson: - No realmente.
P: - ¿Y qué ha estado haciendo?
T: - Jugando al rompecabezas.
P: - Si sólo averiguara el significado de “Rosebud” eso explicaría todo…
T: - No lo creo. El señor Kane era un hombre que tuvo lo que quiso y luego lo perdió. Tal vez “Rosebud” fue algo que no pudo conseguir o algo que perdió. Pero no explicaría nada. No creo que una palabra pueda explicar la vida de un hombre. Supongo que “Rosebud” es sólo una pieza en un rompecabezas. La pieza que falta.
En ese momento, la cámara se aleja y nos muestra como todas las pertenencias de Kane están siendo incineradas en la caldera de la gran mansión. A continuación, un plano detalle resuelve la incógnita, pero únicamente para los espectadores: tallado sobre n trineo de nieve que pertenecía a Kane cuando era niño se lee por unos segundos “Rosebud”.

Cargado de un profundo simbolismo, el espectador comprende que la palabra remite a Kane a su infancia. La tristeza y la nostalgia que rodean este sentir del personaje es un aspecto nunca antes visto, y sugiere lo que ya antes Thompson había reflexionado: la imposibilidad de conocer a un ser humano en su totalidad. Todos nos llevamos secretos íntimos, profundos, a nuestras tumbas. Sin embargo, estas partes inexploradas y desconocidas para los otros, no son lo único que somos. Son sólo una pieza del rompecabezas.
En la última escena, igual que al inicio, la cámara enfoca a la mansión y va cerrando el plano hasta mostrar las imponentes y eternas rejas que limitan las tierras de Xanadu. Esto evidencia la estructura circular que posee el film. Al mismo tiempo, hay otra coincidencia no tan evidente entre la primera y la última escena, la posición del espectador. Sólo él escucha la última palabra de Kane, y sólo él sabe qué significa.
Rosario Fernández Arias